jueves, 29 de mayo de 2014

Champaqui Nocturno

Tras muchos ascensos al Cerro más alto de Córdoba, se nos ocurrió subir por el Camino de los Linderos, pero a diferencia de las excursiones que se hacen normalmente saliendo a las 9 de la mañana para regresar alrededor de las 18 Hs. En esta oportunidad salimos a las 16 desde Villa General Belgrano para  hacer cumbre en el Champaqui con las últimas luces del día y hacer el regreso en medio de la noche. Obviamente contábamos con la suficiente experiencia y equipamiento para lanzarnos a esta aventura, no aconsejable para novatos. El ascenso en la 4x4 lo realizamos sin inconvenientes, disfrutando de las maravillosas vistas de las quebradas del Tabaquillo y el Durazno. La última casa que se encuentra es en el Puesto de 3 Árboles ubicado a 2.340 m.s.n.m., donde hicimos una parada técnica para estirar las piernas y comprarle a Nacha unos ricos panes caseros para la picada de la cena. El camino sigue en ascenso hasta Bifurcación, ya a 2.700 metros. En este punto dejamos la línea de alta tensión de 500 Kv que subía en paralelo al camino para dirigirnos hacia el norte por el filo de la montaña. A poco de andar nos sorprendemos con las primeras vistas del Valle de Traslasierras, con sus encantadores pueblitos aquí y allá, los cultivos de olivares perfectamente distinguibles y los grandes círculos con riego por aspersión que simulan gráficos de torta gigantes debido a la diferencia de colores de los cultivos que los componen. El camino es áspero y se encuentra en regular estado, las lluvias estivales deterioraron significativamente los últimos arreglos y los autos son los que más sufren las consecuencias. Pero no es nuestro caso, la Defender trepa sin inconvenientes y nos proporciona toda la seguridad. Unas antenas nos señalan el fin del camino, cuyo último tramo está empedrado para facilitar el acceso. Preparamos nuestras mochilas e iniciamos nuestra caminata hacia el Champaqui. Las vistas son formidables, el Valle de Calamuchita se ve en toda su dimensión con sus grandes lagos fácilmente distinguibles a la distancia. Las aves serranas están alborotadas buscando su último alimento del día. Una Loyca emite su canto de alarma ante los intrusos. El camino denota un tránsito asiduo de excursionistas aunque no hay cartelería que indique el rumbo. Hacemos un desvío de la senda principal para visitar el balcón, un lugar mágico e imponente que deja sin palabras al excursionista. Una empinada cuesta baja hacia el Valle de Traslasierras y logramos distinguir hasta el lago La Viña hacia el norte y al fondo en dirección oeste las sierras puntanas. Continuamos la marcha y en pocos minutos estamos al pie del Champaqui, el último tramo se hace un poco más difícil y debemos ayudarnos unos a otros para sortear los últimos obstáculos. Los últimos metros siempre son emocionantes, la sensación de hacer cumbre y de saberse en lo más alto de Córdoba provoca un cosquilleo en el corazón. Todos los recuerdos que fueron traídos con mucho esfuerzo por otros excursionistas coronan la cumbre, desde el busto de san Martín traído por los cadetes de la Fuerza Aérea en 1950, pasando por el busto de un comechingón, pequeñas grutitas, placas recordatorias, cruces y pequeños altares hasta el “banquito” del IGM que marca el punto más alto del Cerro. No podemos dejar de sacar fotos aquí y allá. Nos sentamos a descansar y reponer energías. Estamos solos, ya es tarde y hace varias horas que los últimos excursionistas regresaron. Tal vez debido a la paz reinante y lo pasado de la hora es que tuvimos una hermosa sorpresa. Desde una de las tantas cuevitas que pueden verse en el cerro, se asomó tímidamente un tucu tuco, un simpático roedor, similar a un cuis pero con 2 enormes dientes con los cuales cava cientos de metros de túneles en donde se oculta gran parte del día, sólo abandonándolos por cortos períodos para alimentarse de las pasturas de los alrededores. Mientras tanto el sol va despidiéndose y nos deleita con un atardecer soñado. Sobran las palabras, el paisaje nos deslumbra y nos traslada en sueños a lo más íntimo de nuestros corazones. Las estrellas van apareciendo y luego de un buen rato la oscuridad es total. Miles de pequeñas luces titilan sobre nuestras cabezas. No tardamos en distinguir la Vía láctea, Las Constelaciones de Orión y Escorpio, la Cruz del Sur y la Gran Nube de Magallanes, la galaxia más cercana a la nuestra. Pero todo tiene un final y debemos emprender el regreso. Preparamos nuestras linternas y con mucho cuidado descendemos el primer tramo hasta alcanzar el sendero que nos llevará de regreso a la camioneta. La caminata es distendida y el aire fresco de la noche nos mantiene bien despiertos. Felices de haber realizado con éxito esta experiencia que repetiremos durante todo el verano al menos una vez a la semana.






viernes, 9 de mayo de 2014

Un Cerro Áspero que suaviza el espíritu

El nombre de las cosas nos puede decir mucho de ellas o a veces no tanto. Pero en este caso les aseguro que el nombre de Cerro Áspero fue muy bien puesto por sabe Dios quien. Es que es áspero para quien pretenda llegar en 4x4 hasta él, áspero para trepar hasta su cumbre y también su silueta a la distancia da la sensación de aspereza debido a su contextura rugosa y pedregosa.
Pero luego de limar asperezas, el cerro nos va otorgando a cada paso toda su belleza, su tranquilidad, su historia y su misterio.
El Cerro Áspero está ubicado hacia el sudoeste del Valle de Calamuchita. Para llegar hay que tomar el camino que se dirige hacia la localidad puntana de Merlo. Desde Ruta 5 existen dos alternativas. En el paraje El Torreón se deja el asfalto para tomar el camino que pasa por Amboy, Villa Amancay y el Paredón del Dique Arroyo Corto, para empalmar el camino que viene desde la Cruz y Embalse de Río Tercero que sería la otra opción de entrada. Desde aquí el camino comienza paulatinamente a ganar altura a través de un tupido bosque serrano, con frondosos ejemplares de molles, pequeños espinillos y los siempre presentes cocos y talas que van dando paso lentamente, a medida que se asciende a un arbustal y pastizal de altura. El traqueteo de los vehículos siempre exige una parada técnica en el camino y de paso para sacar algunas fotos del hermoso paisaje. 




Poco a poco se pasa por la entrada al pequeño pueblito de Lutti, el paraje de Rodeo de Las Yeguas y luego la entrada a Los Vallecitos. Un poco más y se llega al camino de ingreso al Cerro Áspero que queda hacia la izquierda. Hasta aquí se puede llegar normalmente en cualquier vehículo. Luego sólo se puede continuar en 4x4, moto, mountain bike o caminando, claro que para las dos primeras alternativas tampoco es muy sencillo y es justamente por ello que este camino se convirtió en un paraíso para los amantes del off road. Son aproximadamente 6 kilómetros de un camino tortuoso que requiere de la pericia del conductor y la resistencia del vehículo para sortear los obstáculos que se presentan tramo a tramo. No es recomendable hacer esta travesía para conductores inexpertos y sobre todo que vayan solos. Tras recorrer aproximadamente la mitad de este camino aparecerá hacia el frente una importante quebrada y en el fondo el “Pueblo Escondido”. También aquí la elección del nombre fue muy acertada. La vista es imperdible. Las antiguas construcciones en forma escalonada de un campamento minero, abandonadas hace varias décadas dan en la actualidad el aspecto de un pueblo fantasma, que deja entrever en sus entrañas el paso del tiempo y el olvido. Pero el panorama va mucho más allá. Un pedregoso río transcurre con paciencia y otras veces no tanto por el fondo de la quebrada. Al frente se distingue claramente el zigzagueante camino conocido como el caracol que trepa como serpiente por el Cerro Áspero. Pensar que antiguos camiones sin la tecnología y seguridad de los de ahora se aventuraban por estos vertiginosos caminos para extraer el mineral de las entrañas de la montaña. Siguiendo por el camino se comienza a bajar  no sin temor por parte de los novatos en estas aventuras. Una vez en el fondo de la quebrada aparecen restos de algunas construcciones de casas y otras dependencias. Sólo queda ahora cruzar el río pedregoso que normalmente no trae demasiada agua salvo después de alguna lluvia. Los restos de lo que fuera en su momento un vado hecho con cemento atestiguan lo feroz que pueden llegar a ser las crecientes de estos ríos serranos. Ya del otro lado se  ingresa directamente al campamento minero.
Al llegar, seguramente será Lucho el encargado de dar la bienvenida a los visitantes, ya que es el único cristiano que habita en forma permanente este lugar. Además es el cheff encargado de preparar las ricas pastas caseras que se acompañan con  salsa bolognesa o al pesto precedidas eso sí por unas ricas empanadas. El menú se puede completar con unos deliciosos panqueques con dulce de leche.
De más está decir que la curiosidad por conocer y recorrer las instalaciones del viejo campamento irán en aumento. Sólo una pequeña parte de todas las construcciones se reciclaron hace unos años por Carlos Serra para recibir a los turistas que quisieran pasar el día o quedarse a dormir. Para esto se adecuó un salón para utilizarlo como comedor, algunas habitaciones con camas y cuchetas y un par de baños. Otras habitaciones contiguas lamentablemente no corrieron la misma suerte. El paso del tiempo se hace sentir en cada rincón. La falta de techos y aberturas favorecen el rápido deterioro de los otrora lujosos pisos de parquet. Un arruinado y movedizo puente colgante comunica este sector con el de las barracas donde se alojaban los trabajadores y algunas otras dependencias como la panadería. También aquí el abandono es casi total y los años van dejando sus cicatrices. Sólo un par de habitaciones fueron recuperadas con fines turísticos. En este sector se habilitó un lugar para camping, rodeado de una frondosa arboleda. Un pequeño arroyo separa estas construcciones de otras aún más sencillas al estilo de los conventillos. También se puede remontar un arroyo que llega por el norte y tras una corta pero pedregosa travesía se llega hasta una respetable hoya alimentada por una pequeña cascadita.
Regresando al sector principal se puede visitar lo que fuera en otros tiempos la sala de máquinas, hoy convertida en el museo de Da Vinci. La sala de la molienda alberga hoy miles de de botellas de plástico, latas y otros elementos que esperan ser recicladas. Unos pintorescos pinos decorados con barba de viejo conducen a la antigua casa del capataz. Desde aquí se puede tomar el camino de caracol que trepa en  zigzag por el cerro Áspero. Lentamente se gana altura dejando a su paso algunas de las torres que formaban parte del tendido del cablecarril. En la plataforma superior del mismo aún pueden apreciarse algunos de sus mecanismos. Unos metros más debajo de la misma, atravesando estrechos senderos al borde del abismo se  pasa primero por una bocamina y luego se llega al ingreso de la llamada mina superior. De estas minas se extrajo desde principios de 1900 el mineral de wólfram o tungsteno, muy utilizado por la dureza y resistencia que se lograba con su uso en ciertas aleaciones. Ingleses, Italianos y Alemanes se radicaron en este lugar para su explotación, construyendo instalaciones  y comodidades para el personal extraordinarias para la época como ser la provisión de energía eléctrica e instalaciones sanitarias de primer nivel. El sistema de túneles de la mina de Cerro Áspero no utilizaba empalamientos de los túneles, por lo cual se deben extremar las medidas de seguridad al internarse en ellos. Además de ser bastante bajos, existe un laberinto de túneles verticales y horizontales. Es conveniente contar con cascos y linternas para internarse por los túneles. Con un poco de atención se pueden distinguir la formación de cristalizaciones nuevas, la diferenciación de vetas de distintos minerales, etc. Tras caminar algunas decenas de metros se llega a un sector que sufrió un derrumbe parcial tiempo atrás por lo que el paso se complica al quedar sólo una pequeña abertura. No es aconsejable proseguir la travesía. Fueron muchas las galerías abiertas para extraer el mineral pero en la actualidad ésta es la única que puede recorrerse parcialmente. El resto fue sufriendo derrumbes y la falta de mantenimiento las hace muy peligrosas para su internación. Antes de bajar al campamento es posible intentar hacer cumbre en el Cerro Áspero. Siguiendo la huella de 4x4 y después de ascender unos buenos metros aparecen a la izquierda algunos pequeños monolitos construidos con piedra como así también algunas taperas construidas con lajas y piedras. Buscando siempre a la izquierda el punto más alto se llegará a uno de estos monolitos en donde se lee la inscripción 1963, que puede significar el año en que se realizó la misma o la altura estimada del cerro ya que otras mediciones le otorgan 2.003 m.s.n.m. Desde aquí se tiene una muy buena panorámica de la zona. Hacia el sur se puede divisar la continuación del camino que se dirige a las minas de San Virgilio.
Si se opta por pasar la noche en el lugar, el canto de las aves serranas al día siguiente, junto al susurro del río seguramente invitarán a realizar una caminata matutina para impregnarse de naturaleza entre tabaquillos y maitenes para hacer terapia con la fresca brisa matinal, la transparencia del aire, los perfumes de las hierbas silvestres, el vuelo veloz de los picaflores o el canto melancólico de los zorzales y el calorcito de los primeros rayos de sol. 
Una alternativa antes de regresar es hacer una caminata hasta la Cascada del Tigre. Cruzando el puente colgante y pasando la zona del camping se encuentra el sendero que rápidamente comienza a ganar altura quitando el aliento de los caminantes. Es aconsejable comenzar la marcha lentamente y con paciencia. Las hermosas vistas invitarán a sacar fotos y llenar los ojos de paisaje serrano. Cerca de los 1.900 m.s.n.m. se llega a las ruinas de lo que supuestamente funcionó como pulpería o algo por el estilo, en épocas de la mina para distraer a los obreros. Las ruinas son realmente muy lindas por su construcción integra con lajas. Un poquito más adelante se cruza una pirca de excelente trabajo también en lajas y que se pierde en el horizonte. El camino se hace mucho más suave y llevadero. Llegando a una bifurcación se debe tomar a la izquierda El sendero pronto comienza a perder altura suavemente hasta llegar a un lugar espectacular con una cascada de aproximadamente de 25 metros y una gran hoya que invita a bañarse. Regresando a la bifurcación de senderos se puede regresar al Pueblo Escondido o tomar el otro para llegar tras unos 20 minutos de caminata hacia el norte hasta el puesto del Tono Albornoz. A través de este puesto está la segunda opción de entrada al Cerro Áspero. En vehículo es posible llegar hasta aquí. Viniendo desde Calamuchita en vez de doblar a la izquierda cuando se llega al camino de acceso al Cerro Áspero, se debe continuar por aproximadamente 5 kilómetros más en cuyo trayecto se cruzan 2 tranqueras generalmente cerradas para luego tomar un camino secundario a la izquierda. Unos kilómetros más adelante se llega al puesto del Tono. Normalmente se debe abonar 5 pesos por persona como derecho de paso. Desde aquí solamente se puede continuar a pié o a caballo para ir al Salto del Tigre y Pueblo Escondido. Por la cercanía con la ciudad de Merlo, ésta es una ruta muy utilizada como excursión desde la localidad puntana.